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Uno de cada tres infartos o ACV se pueden prevenir

Uno de cada tres infartos o ACV se pueden prevenir

Si supieras que es posible bajar la cantidad de infartos o Accidentes Cerebro Vasculares (ACV), ¿harías algo al respecto? Si la respuesta es sí, ante todo, hay un dato alentador para tu corazón: uno de cada tres infartos o ACV se pueden evitar con un correcto control de la presión arterial.

La diferencia entre no saber y sí saber y cómo tratar cuál es tu presión arterial puede traer consecuencias muy significativas para tu salud. Es por eso que hoy la medicina apunta cada vez más a la prevención e informar al paciente.

Aunque alguien se salve de morir, el infarto o el ACV pueden dejar una alto grado de discapacidad en las personas. Son enfermedades silenciosas, que no manifiestan síntomas hasta que provocan daños en el corazón o en el cerebro, en las arterias y hasta insuficiencia renal.

Pero así como sabemos que se pueden reducir la cantidad de infartos, hay otro dato que no ayuda: más de la mitad de los adultos padecen hipertensión arterial no están enterados. Si bien la población de mayor riesgo está en mujeres a partir de los 65 años y en hombres a partir de los 55, ya a partir de los 30 años existe una propensión.

Si tu presión arterial es normal debés estar al tanto de que hay factores que pueden desencadenar en hipertensión: los malos hábitos. En Argentina, en los últimos años, el aumento de la obesidad y el sedentarismo trajo una relación directa de personas con presión alta. En otras palabras, una mala alimentación y la no realización de actividad física son también un factor de riesgo más allá de la edad.

Menos sal, más salud Una dieta rica en frutas (se recomiendan cinco raciones diarias) y verduras en el almuerzo y cena nos proporciona numerosos agentes antioxidantes -muy importantes para preservar nuestras funciones celulares- así como también potasio, que tiene efecto contrario al sodio y mejora la regulación de la presión arterial.

Otro objetivo al que hay que apuntar es a disminuir el consumo de sal. Una estrategia puede ser, por ejemplo, no dejar el salero arriba de la mesa una vez que los platos están servidos. Esta acción tan sencilla ayuda a bajar los casos de hipertensión arterial. Y en cuanto al momento de la cocción, ya la cantidad tiene que ser baja. “Pero si no le pongo sal no tiene gusto”, puede ser la respuesta de cualquier persona. Pero hay otros productos económicos y de fácil acceso tales como el limón, ajo, perejil y el aceite de oliva, muy recomendados por los especialistas.

Otra mala costumbre que se detecta es agregar sal a la comida ya procesada. El sodio está incorporado en este tipo de alimentos, como los productos enlatados o las panificaciones. Esto, sumado al consumo moderado de alcohol, son factores fundamentales para preservar la salud de nuestro corazón.

¡A MOVERSE!

Una alimentación balanceada sirve para controlar o bajar el riesgo de padecer hipertensión. Pero si se la complementa con actividad física regular, nuestro corazón nos lo agradecerá todavía más.

Mientras más de niño uno empiece a hacer actividad física, más fácil tomará el hábito y probablemente lo haga por el resto de su vida. Pero atención: nunca es tarde para empezar. Por ejemplo, una persona de 50 años que jamás hizo deporte en su vida puede iniciarse de manera gradual y su calidad de vida mejorará

Tanto el ejercicio de fuerza muscular como el aeróbico -caminar a buena intensidad, correr, nadar, andar en bicicleta, bailar, entre otros- al menos tres veces a la semana permiten disminuir niveles de estrés habitual, controlar el peso, mejorar el funcionamiento cardiovascular y aumentar los niveles de endorfinas, nuestros estimulantes neuronales naturales.

Y por último, pero no menos importante, hay que remarcar que fumar es uno de los factores que elevan el riesgo de hipertensión arterial. Fumar entre 10 y 15 cigarrillos diarios duplica el riesgo de infarto. Pero dejar de consumir tabaco o bajar la cantidad no es en vano. Al año, el que deja de fumar ya reduce un 50% el riesgo que tenía.

Con toda esta información, reformulamos la pregunta que hicimos al principio. Ya sabiendo que con tus hábitos podés bajar la probabilidad de tener un infarto o un ACV, ¿vas a hacer algo al respecto? Por nuestra parte, te recomendamos que sigas los consejos que te dejamos en esta nota. Tu “yo” del futuro te lo va a agradecer.

Carolina Chacón, especialista en Cardiología Clínica del Instituto Cardiovascular de Rosario (ICR).

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