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Nuestras acciones son nuestro futuro

Nuestras acciones son nuestro futuro

Una mejor producción, calidad en la nutrición y un consumo responsable para preservar la salud de la población y el cuidado del medio ambiente.

En Octubre, más precisamente el día 16, se conmemoró el Día mundial de la Alimentación, propiciado por la FAO, (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), fundada el 16 de Octubre de 1945. Así, cada año se celebra para concientizar a las personas sobre los problemas alimentarios, promover la seguridad alimentaria (se considera alcanzada cuando “todas las personas tienen acceso físico, social y económico permanente a alimentos seguros, nutritivos y en cantidad suficiente para satisfacer sus requerimientos nutricionales y preferencias alimentarias, y así poder llevar una vida activa y saludable”) , fortalecer la solidaridad en la lucha contra el hambre y la malnutrición y alertar sobre la sustentabilidad de los sistemas agroalimentarios. Este año, el lema es “Nuestras acciones son nuestro futuro: mejor producción, mejor nutrición, mejor medio ambiente- Una vida mejor”.

Seguramente los desafíos de 1945 eran distintos a los de 2021: en ese momento se hablaba del hambre y la desnutrición, exacerbados por la reciente guerra. Hoy se suma el sobrepeso, la obesidad y la malnutrición, que le ganan en prevalencia a las primeras: mientras que se calcula que 820 millones de personas en el mundo padecen hambre, 2000 millones de personas padecen sobrepeso y obesidad, y 3000 personas no pueden acceder a una alimentación saludable. Si bien el hambre y la inseguridad alimentaria deben ser las prioridades, la malnutrición y sus consecuencias también deben ser tenidas en cuenta.

En nuestro país, la problemática es similar. Según la Segunda Encuesta Nacional de Nutrición y Salud de 2019, las prevalencias fueron: de 0 a 5 años, talla baja 7,9%, exceso de peso 13,6%, (10% sobrepeso, 3,6% obesidad); de 5 a 17 años, baja talla 3,7% contra un exceso de peso del 41,1% (sobrepeso 20,7%, obesidad 20,4%); en adultos, el exceso de peso fue del 67,9% (obesidad 34%, sobrepeso 33,9). Los resultados de la encuesta son alarmantes y explican la alta prevalencia de enfermedades no transmisibles en adultos como la diabetes, hipertensión, enfermedades cardiovasculares, enfermedades pulmonares y cáncer, todas asociadas al sobrepeso y la mala alimentación, y que también condicionan la salud futura de los niños y adolescentes. Los datos alimentarios de la misma encuesta revelaron:

  • Una alta frecuencia de consumo de alimentos procesados como galletitas, pastelería, snacks, bebidas azucaradas y golosinas, siendo peor en niños y adolescentes, que consumen un 40% más de bebidas azucaradas, triplican el consumo de golosinas y duplican el de productos de pastelería y snacks que los adultos.

  • A la vez, los consumos de alimentos saludables como frutas, verduras, lácteos y productos animales (vaca, pollo, pescado y huevos) se encontraron por debajo de las recomendaciones de consumo.

El mercado y la industria alimenticia condicionan nuestra forma de alimentarnos, con una alta oferta de productos procesados de bajo valor nutricional y altos en grasas, azúcares, harinas refinadas y sal, con un costo relativo mucho menor que los alimentos saludables: es mucho más cara una caloría con valor nutricional que una caloría vacía (se considera caloría vacía a la proveniente de un alimento que lo único que aporta son calorías).

EL FUTURO EN NUESTRA MANOS

Como vemos, la alimentación afecta nuestra salud y nuestro futuro. También, nuestra forma de producir, consumir y, lamentablemente, desperdiciar alimentos le cobra un precio muy alto a nuestro planeta, ejerciendo una enorme presión sobre los recursos naturales, el medio ambiente y el clima.

La agricultura intensiva, los monocultivos, la deforestación para aumentar las áreas de cultivo afectan la biodiversidad, y junto a la producción de gases de efecto invernadero (se calcula que la industria agroalimentaria emite el 33% de los mismos), también está afectando el clima. La sustentabilidad de nuestro planeta está en juego, a la vez que nuestra salud.

El futuro de la alimentación está en nuestras manos. Nuestra forma de alimentarnos nos está enfermando, la forma de producir alimentos está enfermando al planeta, por lo que debemos tomar cartas en el asunto.

Desde los gobiernos, que deben adoptar políticas nuevas que fomenten la producción de alimentos nutritivos asequibles y con formas de producción sustentables; proveyendo un marco regulatorio que ordene la producción, costo, distribución, venta y promoción de los alimentos dirigiendolos hacia el consumo de alimentos más sanos. Por ejemplo, aplicando impuestos a las bebidas azucaradas como en Chile, Brasil, Perú y México, regulando la publicidad como en Brasil y Chile, y con el etiquetado frontal como en Chile. En este sentido; en la Segunda encuesta nutricional se reveló que solo el 30% de los consumidores leen la información nutricional y de ellos solo el 50% la entienden, o sea que sólo el 15% de los consumidores saben qué comen al comprar un alimento.

Desde los consumidores: El consumo de alimentos tal vez sea la parte que mejor conozcamos, pero puede que no sea algo en lo que siempre pensemos. Sin embargo, en muchos sentidos, esta esfera puede ser la más efectiva para la transformación. Moldear el comportamiento de los consumidores y la demanda de alimentos puede contribuir a cambiar los mercados. ¿De qué manera?:

  • Educándonos y educando acerca de la alimentación sana.
  • Mejorando nuestra alimentación.
  • Promoviendo la salud alimentaria
  • Fomentando el consumo de comida saludable
  • Aumentando la demanda de alimentos nutritivos producidos de manera sostenible

Dejando de consumir productos ultraprocesados, ejercemos desde abajo presión para que el mercado cambie. El dicho ”somos lo que comemos” hoy se ha transformado en “somos lo que compramos”: cambiando nuestra forma de comprar mejoramos nuestra salud y ayudamos al cambio necesario.


Sebastián Carbó

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